Desde pequeñita recuerdo que mi madre me preparaba la merienda, después de salir de la escuela y me quedaba junto a la ventana asomada, viendo pasar las nubes en el cielo, cogiendo formas representarivas. Para mí eso era lo leer un cuento de hadas que me otorgaba el cielo. Desde entonces no he parado de mirar al cielo y observar el paso de las nubes.
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